¡Qué ambiente en las calles! Los aplausos de la gente no cesaban, los
niños sacaban sus manos para poder chocárselas y me hacían volver a ser un
niño, el ritmo de las batucadas hacía que mis piernas se aceleraran… ¿Por
qué tanta conexión con un tambor? Menos mal que no escuché de fondo el
mantra que me haría delirar y conectar más profundamente con la madre tierra
que estaba pisando, zancada a zancada, ¡menos mal!, pero el simple hecho de
escuchar el sonido de un tambor hace que me desboque y vaya como un tiro a la
meta… Corrí más veloz que nunca y disfruté más, no por el tiempo realizado, que
también motiva, sino porque antes de empezar me recordé que estaba allí para
disfrutar con lo que estoy haciendo, una oportunidad para hacer turismo
mientras corría por las preciosas calles de la ciudad, me deleité con la
belleza de sus edificios... ¡Gracias Valencia!
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