Tuve miedo, me estaba resistiendo a sentirlo por dentro, juzgándome por eso, ¿a estas alturas voy a tener miedo? Sigo teniendo miedo, pero ahora decido no pelearme con él. Me dejo en paz sintiendo este miedo y observo las conversaciones de mi mente para esclarecer el origen de tan abrasador sentimiento. Miedo, ¿qué quieres de mí? Le pido que me ayude, pregunto sin esperar respuesta, pero esta llega… Control, la necesidad impaciente de disponer de información y controlar la situación. No suelto del todo, no confío del todo, por eso el miedo ha venido a verme, he aquí la causa de mi sufrimiento. Entonces acepto el miedo, decido no exigirme no sentir miedo, que se vaya cuando quiera, tal y como vino se irá, él sabrá… Y mientras, recojo la información que me susurró y lanzo la intención de confiar, pase lo que pase gracias por todo lo que me das…
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