Y con la sonrisa cómplice del globo ascendí al cielo… Me iba
alejando de la tierra, la sensación de que ya no pertenecía a ella, que con la
mano podía coger los vehículos y moverlos de lado, decidir lo que hacer con
ellos, trasladarlos a otro lugar, girarlos y que cambiaran de dirección… Tal
vez Dios juega así, moviendo los hilos desde las alturas de todos los que
habitamos el planeta, lo imagino acomodado sobre las nubes dirigiendo la
película de nuestras vidas, creando las tramas perfectas, provocando que
algunos nos crucemos en el camino y surja la sinergia perfecta… Llámalo
destino, llámalo casualidad, llámalo obra universal, da igual. ¿Te has dado
cuenta de que si estás leyendo esto es que aún estás vivo? Eso sí que no da
igual, agradece y sigue disfrutando…
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