Testigo, sí, fui testigo de conversaciones que sanan… Huir, apartar la
mirada y seguir, o enfrentar la situación y liberar la presión que estrangula
tu garganta. El miedo a lo que más temes puede aparecer reflejado en la otra
persona, y no en cualquier persona, sino en tu amiga y aliada, aquella a la que
tanto amas. La enfermedad la visita y tu miedo a la enfermedad emerge sin
avisar, desempolvando viejas heridas por pérdidas pasadas… Y se habla,
comunicar nuestro temor ayuda a desbloquear y sanar. Y la otra, aquella que es
temida, permanece compasiva, centrada, pues esos miedos no son de ella sino del
entorno que los crea. Y confía en la vida, sigue confiando en la vida… Y yo,
que era testigo de la conversación, las admiraba, a las dos, por el amor que se profesaban…
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