He aprendido a no tomar decisiones cuando estoy agotado, pues en ese estado los sentidos se te nublan, las ganas te abandonan y mis respuestas a todo probablemente serían un rotundo no... Pero si descansamos el cuerpo y la mente, todo se ve de forma diferente, los elementos se recolocan como piezas de un puzle y el aullido de tu corazón vuelve a ser perceptible para tus oídos. Lo escuchas y atiendes, pues ese sabe bien lo que te conviene... Descansas y tienes a tu corazón de aliado, ese que nunca me falla... Y tras descargar las pilas puedes volver a saltar mientras gritas a los cuatro vientos que quieres vivir y te sientes genial...
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