Ayer, después de más de una semana sin tocar la piscina, volví al ruedo y
retomé los hábitos de lanzarme al agua y asistir a las clases de natación. Digo
hábito porque la verdad es que ya lo tengo bastante integrado, que es asistir a
natación dos días a la semana siempre y cuando esté en la isla, claro está. Aún
así, el hecho de faltar algún que otro día por estar de viaje, hace que al
principio te cueste un poco, porque incluso casi tomo la decisión de no ir y
aplazarlo a la semana siguiente. Al final fui y me reconfortó haberlo hecho,
porque si quiero mantener este hábito, un hábito saludable en este caso, la
clave es ser constante practicándolo…
Mientras nadaba me puse a recordar lo que habíamos hablado en meditación,
que para integrar un hábito en nuestras vidas lo importante es la constancia,
practicarlo durante al menos 40 días de forma ininterrumpida, porque si no
lo abandonamos por el camino y seguimos con nuestras viejas rutinas. Por eso,
al empezar cada año, la gente se llena de propósitos y nuevas cosas que quieren
realizar, pero son muy pocos los que las llevan a cabo con éxito…
El año no te
hace feliz, tú haces feliz al año, así que no lo culpes de tu infelicidad porque tú eres el único
responsable. Si el año pasado fue “horribilis”,
pregúntate cuáles fueron tus pensamientos y da un giro radical a los mismos. Es
una cuestión de actitud…
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