Salvo que estemos frente a un espejo, la cabeza no nos la podemos ver.
Intuimos que está ahí, incluso llegamos a percibir su silueta, la tocamos, pero
no la vemos. Lo que vemos son las cabezas de los demás, que se traduce en cómo
percibimos nosotros a los demás, porque ellos tampoco se ven sus cabezas. No sé, igual estoy perdiendo la cabeza,
como el amigo que posa a mi izquierda...
Lo cierto es que la vida es un sí a
todo, cada día es una nueva oportunidad y, la próxima semana, tendré la
oportunidad de volver a hacer algo por primera vez. Feliz fin de semana...
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