Al margen de ser un museo al aire libre, sus árboles y pájaros también
captaron toda mi atención…
¿Qué árboles son esos? Tanta curiosidad tenía, que no pude evitar
consultar en Internet para enterarme de que realmente son pinos, pero están podados de tal forma que parecen otro tipo de árboles, más esbeltos y con una
gran copa. Roma es la ciudad europea con más espacio verde público, así que por
cualquier rincón podías disfrutar de esa vegetación, naciendo incluso en los
lugares más insospechados…
Y los parques llenos de naranjos…
Y los pájaros, los pájaros nos recibieron nada más llegar al aeropuerto.
No recordaba haber visto nada igual, un montón de pájaros volando en grupo sin
parar, sin chocarse unos con otros, perfectamente sincronizados. Era tan bello
el espectáculo, que inevitablemente inclinabas la cabeza hacia el cielo para
verlos pasar. Llegaron incluso a cagarme en la cabeza en una de las ocasiones,
pero no importa, la risa que me provocaron pensando cómo había llegado el
chocolate a mi cabellera, bien mereció la pena…
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