Las personas se tocaban, nadie les llamaba la atención, se besaban en plena
calle y no se sobresaltaban por ello. No mantenían la distancia de seguridad, los locales estaban abarrotados de gente e iban al supermercado sin necesidad de usar mascarilla, cosa que por unas
milésimas de segundo me extrañó, hasta que me percaté de que lo que estaba
viendo no era real sino una película proyectada sobre una pantalla gigante. No
era de ciencia ficción sino una trama sencilla con escenas cotidianas, cosas
que solíamos hacer antes del confinamiento, pero que el cerebro las
interpretaba como raras al estar ya acostumbrado a esta nueva normalidad...
Ayer
fue un día de fiesta, por fin abrieron los cines y pude disfrutar de una
película musical con un guión sencillo, pero que me dejó una frase para el
recuerdo: Cuando deje de haber sorpresas, ¿para quién lo estaré haciendo? Touché, mi entusiasmo y motivación deben ser siempre la prioridad, que nunca falten las sorpresas en todo lo que estoy haciendo…
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