La ciudad de Vitoria-Gasteiz, con la V de vida y su nombre que nos
recuerda a victoria, aunque aquí no hubo batallas que ganar sino simplemente
abrir el corazón y compartir desde la verdad, que también empieza con la V
de vida, esa vida que nos lleva por caminos distintos hasta encontrarnos y
reconocernos como hermanos, espejos que se emocionan al darse cuenta de que los
corazones se comunican en el mismo idioma. Y es que da igual si hablas
castellano, euskera, inglés o catalán, al final todos nos entendemos en el
lenguaje universal y sabemos cómo enfermamos y qué debemos hacer para sanar,
que hablando pronto y claro, se trata de un cambio radical, una invitación a
hacer todo lo contrario de lo que estabas haciendo hasta ahora. Gracias
Vitoria-Gasteiz por tan linda y calurosa acogida…
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