jueves, 14 de junio de 2018

Un beso de esos...


Inventar personajes y disfrazarlos con historias y vivencias que van marcando su personalidad. Él soñador, ella temperamental, él creativo, ella racional, él vulnerable, ella una roca incapaz de mostrar su fragilidad, viento y fuego, mar y tierra, desconocidos que se habían encontrado a la misma hora y en un mismo lugar, en la cafetería de la esquina que acababan de inaugurar. Él un café, ella un té con sabor a jazmín, una mirada fugaz, apenas tres segundos, pero suficientes para tener la certeza de querer mirar más, polos opuestos que aún no se conocen pero que se reconocen. Ojos color miel los de él, verde esmeralda los de ella, solo coincidían en los labios, carnosos los de ambos aunque los de ella resaltaban más por el rojo intenso de su pintalabios. Y de repente sienten la fuerza de la atracción y se funden en un beso inesperado, fuera de lo normal, uno de esos que te desconciertan y hace que bajes la guardia, un beso de agradecimiento y que provoca tanta química que vale más que cualquier medicina, un beso de esos que son el primero, que te pone loco de contento, que te hace saltar y bailar sin parar, que te hace soñar, esos besos que no olvidarás jamás… 


Tal vez, algún día, continúe con esta historia que me acabo de inventar. Como todo en la vida, no se sabe cómo acabará, pues lo único cierto es el presente que estamos viviendo... 

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