Cuando has soltado la necesidad de perdonar, cuando has dejado de buscar,
por fin te encuentra, te mira a los ojos, coge tu mano y te invita a bailar. El
perdón te elige a ti y no tú a él… Así es, las dudas se disipan
porque sabes que has perdonado, te ha escogido, por fin, para que saborees las mieles
de la paz que anida en tu corazón. ¿Y cuándo llega el auténtico perdón?
Cuando reconoces que nunca hubo nada que perdonar sino algo que aprender,
cuando te viene la imagen de esa persona y un suspiro de alivio y liberación inunda la sala…
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