Como
no tenía nada mejor que hacer, ayer se me ocurrió ir de oyente a un
curso de reiki. Empezaba a las 11 y mi intención era estar hasta el
mediodía, pero lo que iban a ser unas cuantas horas se convirtió en
un día entero. Nada más entrar en la sala me pidieron un favor y,
al escuchar la presentación de los participantes, supe de inmediato
que debía estar ahí hasta el final, y eso que tenía compromisos a
los que asistir, pero sentí que era mi prioridad y que lo demás
podía esperar. Así fue, nada ni nadie me echó en falta y
finalmente pude hacer ambas cosas aunque llegara un pelín tarde,
pero las cosas se dieron así y pude disfrutar de un
domingo energético muy
gratificante...
Y
es que este fin de semana ha sido muy intenso. No solamente que el
viernes jugué un partido de pádel y acabé ganando de carambola,
aunque eso es lo de menos, sino que también disfrutamos de ese
esperado reencuentro y los milagros se sucedieron. Cada
vez vivo más experiencias en las que el amor lo cura todo...
Y faltan menos de
diez días para representar dos papeles, dos personajes. Vaya, no
sólo tengo con el mío sino que encima tengo que interpretar a dos
más...
Acabo con esta frase
que últimamente la recuerdo mucho: cuando madures, búscame en
los columpios. Así quiero estar yo, subido siempre a ese columpio...
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