Entre
las cosas que me emocionaron el domingo pasado y por las que decidí
quedarme hasta el final, fue cuando una mujer le dice a otra, con
agradecimiento pleno y con la emoción a flor de piel, que siempre ha
sido su ángel de la guarda y que, gracias a ella, estaba allí. Fue
escuchar esas palabras y acordarme de mi angelito
de la guarda,
ese angelito que un día apareció en mi vida y que con una simple
recomendación cambió el curso de las cosas. Ese angelito con el que
he crecido y compartido, y que en parte yo también me he convertido
en su ángel de la guarda. Dos personas que nos queremos por encima
de todo, aunque cojamos rumbos diferentes o percibamos las cosas de
distinta forma. Siempre ahí, apoyándonos y comprendiéndonos.
Seguirás
siendo mi angelito de la guarda. Seguiré siendo tu angelito de la
guarda...
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