Anoche, agasajado
entre el calor de las sábanas, escuché el ruido de la lluvia al
caer y agradecí el agua que estaba cayendo porque iba a limpiar las
calles de la suciedad. Eso me hizo recordar la frase de María Teresa
de Calcuta que también la habíamos comentado en meditación: “si
cada uno barriera la puerta de su casa, el mundo estaría limpio”.
No hace falta la lluvia para limpiar el mundo, sino tus propios
actos...
Es como si tuvieras
la cara llena de barro y te pusieras frente a 7000 espejos. Miraras
donde miraras, siempre verías la cara embarrada y pensarías que el
mundo está sucio y no puedes hacer nada. Pero si haces el esfuerzo
de limpiar tu cara y te vuelves a poner delante de los espejos, ahora
lo verías todo más limpio. Pensarías que el mundo está cambiando,
pero el que realmente ha cambiado eres tú. Ha cambiado tu
percepción, hay que limpiar tu mente de juicios...
Sé
tú el cambio que quieres ver en el mundo...
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