“No sé por qué
estoy haciendo esto, simplemente decirte que al verte el otro día se
me pasó por la cabeza y, como alguien me dijo que siguiera mi
intuición, te voy a regalar este libro. Si descubres algo que te
llame la atención y quieres seguir profundizando en el tema, cuando
vuelva de vacaciones seré todo oídos”. Así, de sopetón,
superé la vergüenza y le regalé un libro a alguien con el que
tampoco es que tenga mucha relación. Al final nos fundimos en un
fuerte abrazo y será lo que tenga que ser. Así fueron las cosas y
así se las estoy contando...
Y
hasta aquí cuento lo que ya saben, que el domingo me
voy de vacaciones
y este rinconcito quedará en barbecho durante dos semanas, pero
cuando vuelva espero cultivarlo de nuevas experiencias. Aquello
que crees creas,
no hay más. Con eso me basta para seguir caminando. Gracias por todo
lo que estoy descubriendo y aprendiendo, gracias por todos aquellos
que están a mi lado y que me encuentro a lo largo de este camino de
aprendizaje y descubrimiento. Gracias por la salud que tengo, por la
vida que llevo dentro, porque la vida está en todos lados, incluso a
veces nace en lugares inesperados...
Con
el
hijo de la mandarina
me despido. Gracias por haber llegado hasta aquí, al todo y la nada,
porque yo sólo veo un sendero sin fin, sin una meta idealizada.
Hasta pronto...