Paulo Coelho dice
que “si tienes que llorar, llora como los niños. Fuiste niño
un día, y una de las primeras cosas que aprendiste en la vida fue
llorar, porque forma parte de la existencia. Jamás olvides que eres
libre, y que mostrar emociones no es una vergüenza. Grita, solloza
en alto, haz ruido si te da la gana, porque así lloran los niños, y
ellos conocen la manera más rápida de sosegar sus corazones. ¿Te
has fijado en cómo dejan de llorar los niños? Algo los distrae,
algo llama su atención hacia una nueva aventura. Los niños dejan de
llorar muy rápido. Eso mismo te pasará a ti, pero sólo si lloras
como llora un niño”.
Nunca pensé que
pudiera llorar de esa manera. Se me desgarró el alma, un sonido
firme y potente emanaba de mi fuente, estaba soltando todo,
absolutamente todo, y al final acabé riendo, llorando y riendo,
sabiendo quién era el que lloraba y quién era el que reía...
Y
ahora hacia dónde voy, me preguntaba, qué hago, me repetía. ¿Es
un nuevo reto que me presenta la vida? Lloraba y reía, reía y
lloraba...y al final siempre me acordaba de una cosa: pase
lo que pase será lo mejor para mí. Y
si es un nuevo reto, lo quiero, porque quiero retos que sé que me
van a llevar a otro estado mejor...
Y a pesar de esto
los resultados de la analítica salieron bien, y sentía que así iba
a ser, que estoy sano porque no tengo incoherencias en mi vida. Me
quiero, me amo y pase lo que pase será lo mejor para mí...
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