El
mes de julio está llegando a su fin y ayer me recordaron que sentir
gratitud y no expresarla, es como envolver un regalo y no darlo.
Por eso quiero acabar el mes de julio agradeciendo todo lo que soy y
todo lo que tengo.
Gracias
por estar vivo, hoy me he despertado y estoy vivo, gracias por
haberme levantado de la cama y poder caminar, porque tengo todos mis
sentidos: puedo ver, puedo oler, puedo sentir el tacto, escuchar y
saborear. ¡Qué afortunado soy de tener todo eso! Pero tengo muchas
más cosas por las que dar gracias. Gracias por el trabajo que tengo,
un trabajo que me aporta no sólo dinero sino satisfacción personal
y buenos ratos con los compañeros, gracias por el dinero que tengo,
mucho o poco, pero tengo, y gracias porque con ese dinero puedo hacer
lo que quiero. Gracias por la casa que me cobija y gracias por la
gente que me rodea, familia y amigos. Con las personas se abre otro
inmenso capítulo de agradecimientos, porque a la memoria me vienen
un montón de personas que están y estuvieron conmigo. La
gratitud es la memoria de un corazón contento.
Gracias mamá, por todo lo dicho y más, gracias papá, y ahora que
nombro a mi padre caigo en la cuenta de que casi siempre hablo de mi
madre y no de mi padre, pero él también está ahí, formando un
tándem perfecto. Agradezco el cariño de toda mi familia, sea quien
sea quien se considere mi familia, porque a veces la familia no sólo
proviene del lugar en el que naces y te crías. Agradezco las
conversaciones con los niños, como la de ayer con mi sobrino y su
primo, que hablaban de venganza porque estaban enfadados con otros
niños. Estos niños se están adulterando y no te queda más que
sonreír. Agradezco esos pilares que siguen estando ahí. Agradezco
todo lo que pasó porque ahora soy lo que soy gracias a lo que pasó.
Agradezco tanto, tanto, tanto, que de vez en cuando tengo que
soltarlo, este regalo tengo que darlo. Gracias por recibirlo...
En
el libro “Sea
más feliz que el Dalai Lama”
hay una práctica muy provechosa sobre la gratitud:
“Conecta
con tu corazón y agradece durante unos minutos, o el tiempo que
consideres oportuno, todo lo que hay en tu vida que complemente tu
bienestar.
Agradece
todo aquello que no te guste de tu vida y agradécelo como
oportunidad para crecer y sacar la mejor versión de ti mismo.
Finalmente,
desea que los beneficios de esta meditación sean también en
beneficio de todos los seres sin excepción.
Haz
esta práctica durante 21 días y observa, conscientemente y sin
expectativas, qué empieza a suceder en tu vida”.
Así
quiero acabar el mes de julio, agradeciendo. Así quiero empezar el
mes de agosto, agradeciendo...