Cualquier
oportunidad que se te presente es buena para echarte unas risas.
Ayer, antes de ir a meditación, me encontré con un amigo de mi
padre por la calle:
Amigo: Hola, ¿qué
tal?
Yo: Yo bien, ¿y tú?
Amigo: Pues mira, al
dentista, ¿y tú?
Yo: A meditación.
Amigo: ¿A
meditación, y qué es lo que hacen en meditación? Ay Dios...
(en esos momentos
pasaba otro chico por la calle y se empezó a reír)
Yo: Pues a
conectarme con la vida (le dije entre risas)
Amigo: Cuando uno
está malo hace ese tipo de cosas; yo me acuerdo que, cuando estaba
con los intestinos sangrando, que no sabía por qué, me levantaba
siempre a la una o dos de la madrugada y me ponía a caminar y ver la
luna.
Yo: Ah, bien.
Amigo: Pero no te
preocupes, que eso se te irá pasando.
Yo: ah, vale
(jajaja, y me despedí sonriendo)
Y así, con una
sonrisa en la boca, entré nuevamente a mi clase de meditación...
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