Es fácil, muy
fácil, abandonar el momento presente: o te sumerges en situaciones
del pasado o te entra la ansiedad preocupándote por cosas que aún
no han sucedido y no sabes si sucederán, pero ni una cosa ni la
otra, lo importante es vivir ahora, aceptar el ahora y, si hay algo
que no nos deja vivir en paz, tener la intención de cambiar las
cosas para que así sea...
Hoy, casualmente,
tuve una conversación con una compañera de trabajo sobre el momento
presente y lo complicado que hacemos la vida pero lo fácil que
realmente resulta; como me dijo Ángela una vez, lo verdaderamente
complicado es comprender que es tan sencillo. A todo lo que nos
sucede hay que darle una lectura positiva, darle una vuelta de tuerca
y buscar la alternativa que no nos enfade ni nos saque de nuestro
estado de paz.
A mi compañera le
dije que si le molestaba el sonido ensordecedor de las campanas cada
vez que tocaban en la hora punta, en lugar de enfadarse porque la
desconcentraba de lo que estaba haciendo, pensase en lo afortunada
que era por escuchar ese sonido, un sonido que no todo el mundo puede
escuchar. Además, le recomendé que cada vez que escuchara ese
sonido hiciera una respiración profunda y agradeciera por estar viva
y por todas las cosas que tenía. Así, en lugar de enfadarnos con
las campanadas y verlas como un enemigo, mejor hacerlas
cómplices para que nos recuerden, cada vez que suenan, que
estamos en el momento presente...
Hoy vine dispuesto a
ello, a intentar que nada ni nadie me saque del ahora, porque lo
quiero vivir plenamente y porque encuentro paz en mi ahora; hoy
también vine con la intención de ofrecer abrazos y fundirme en uno
muy grande con aquellos que lo quisieran; hoy me recordé todos los
motivos por los que debo dar las gracias, y cada uno de esos motivos
son como bofetadas de aire, aire que te hace despertar, porque a
veces resulta fácil dormirte, pero lo bueno de dormirte es que
puedes volver a despertar...
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