Hoy quiero compartir
algo que leí anoche...
“Acostúmbrese
a reservar cada día un rato para pensar a quién y a qué está
agradecido ese día. Con todo lo inofensiva que parece, esta sencilla
práctica, si consigue convertirla en rutina, tiene el potencial de
iniciar un giro copernicano en su vida.
Reflexionar cada
día sobre qué está agradecido, cambiará su actitud hacia los
demás y hacia lo que le sucede. Lo dijo Proust: “Nada ha cambiado,
pero como yo he cambiado, todo ha cambiado”. Un cambio de actitud
concluye, antes o después, pero necesariamente, en un cambio de
vida. Matemática pura al servicio de la felicidad humana.
Si reflexiona más
a menudo sobre todas esas pequeñas o grandes cosas por las que tiene
que estar agradecido, vivirá más en paz consigo mismo. Será mucho
más consciente de todo lo que recibe, empezando por el regalazo que
es estar vivo, y esa propia conciencia le permitirá vivir sin miedo,
vivir desenfadadamente.
¿Por qué no
empezar ahora? Piense en todo aquello por lo que tiene que estar
agradecido hoy... Para empezar, por estar vivo... Un, dos, tres,
responda otra vez. Con algo de práctica, observará cómo es capaz
de encontrar cada vez más motivos por los que dar las gracias.
En algunos
aspectos, su relación con la vida funciona igual que con una pareja.
Uno de los modos más eficaces que se me ocurren de arruinar una
relación de pareja consiste en no reconocer ni agradecer a la otra
persona lo que hace por uno. Con las amistades sucede igual. La buena
noticia es que al revés también funciona: exprésele a su pareja su
agradecimiento por ese favor que le ha hecho o por ese plato de
comida tan rico que le ha preparado, o por ese detalle casi
inapreciable que sólo usted ha observado..., y le estará dando
salud, alegría y vida a la relación. ¿Le apetecería cuidar o
mimar a alguien que no le da las gracias ni valora lo que hace?
Piense en la vida
como en una persona a la que también le gusta que le reconozcan su
trabajo. Acostúmbrese a sentir o mostrar agradecimiento y observará
cómo inevitablemente empiezan a sucederse cambios.
Soy plenamente
consciente de que hay situaciones profundamente difíciles o
dolorosas y que en esos momentos resulta difícil pensar en términos
de agradecimiento. Entonces surge la duda, el pesimismo, la queja...
Sin embargo, he acabado por comprobar que algunas de las realidades
más difíciles por las que he pasado han cobrado perfecto sentido
tiempo después. A veces, mucho tiempo después. Nos creemos
demasiado listos, creemos saber lo que está bien y lo que está mal,
para nosotros y para los demás. Nos olvidamos de que formamos
parte de un algo más grande que cada uno de nosotros que es la vida
y que lo que uno piensa o cree no siempre puede o debe ser... Nos
olvidamos de que la vida vive a través de nosotros. Nos
olvidamos de que la vida a veces nos ofrece lo que más necesitamos
antes de lo que más queremos. Se trata, sin duda, de un reto, pero
en las situaciones difíciles es cuando más conviene acordarse de
ese principio”.
...espero que les haya gustado...