Sí, llegó el resultado, más pronto de lo esperado. Ayer, sobre las 14:00 horas, justo después de publicar mi anterior entrada en la que comentaba que ahora tocaba esperar esa llamada de teléfono, recibí un whatsapp del médico y se produjo la siguiente conversación por chat:
Médico: Si tienes tiempo vente al hospital, te espero.
Yo: Salgo a las 15:15. Puedo salir un poco antes.
Médico: No me voy.
Yo: Ok
Esa conversación hizo que llamara a uno de mis pilares y compartí con él el contenido de la misma y mi rara sensación de que tal vez, lo que tuviera que decirme, no sería tan bueno, por lo escueto y seco de la conversación. Como no podía esperar más, y una hora antes o una hora después me tenía que enfrentar al resultado, decidí pedir permiso a mi jefe para marcharme directamente al hospital.
Por el camino, que realmente sólo son 5 minutos, me vinieron a la mente infinidad de posibilidades y me intentaba preparar para cualquier cosa, no descartando lo bueno, pero poniéndome en la situación de lo menos bueno. Intenté llamar a una de mis enfermeras, mi querida Carmen, y nada, no contestaba al teléfono; intenté llamar a mi otra enfermera, mi también querida Jezabel, y nada, tampoco hubo suerte. Al llegar al hospital recorrí el pasillo de los 67 pasos más rápido que nunca y accedí por la puerta secundaria, pues necesitaba localizar a Jezabel para que me infundiera el valor necesario para afrontar mi conversación con el médico, pero no estaba, así que respiré hondo y pensé que el universo quería que me metiera en el despacho del médico sin hablar previamente con nadie y así fue la conversación:
Médico: ¿Qué tal, nervioso?
Yo: Bueno, algo.
Médico: ¿Qué quieres, la buena noticia o la mala?
Yo: Pues, si quieres que te diga la verdad, me gustaría que, independientemente de lo que me dijeras, salir de aquí con la misma sensación con la que entré, porque me siento muy bien, con ganas de seguir viviendo y con ganas de seguir luchando...(parecía que estaba dando un discurso enfatizando mis ganas de vivir).
Médico: Toma, lee esto.
(En ese momento me dejó un papel para que leyera, mientras se le dibujaba una sonrisa en la boca. Era el informe del resultado, intenté leerlo y fui directamente a la conclusión, y entendía pero no entendía, porque no tenía capacidad de comprensión, así que le dije...)
Yo: Léelo tú porque no atino, ahora mismo no puedo ni leer.
Médico: Que ya estás bien, estás limpio. Todo, el pulmón, el hueso...
Yo: ¿El hueso? ¿Pero no era sólo el pulmón?
Médico: Tenías el pulmón, el hueso y el bazo afectado, lo que pasa es que no te lo quise decir en su momento para que no te preocuparas más de lo que estabas.
Yo: ¿Pero entonces ya está?
Médico: Sí, ya está, ahora tocan revisiones porque durante el primer año hay más posibilidades de recaída.
Yo: ¿Y qué hueso era el que tenía afectado? (yo estaba ensimismado con lo del hueso, sorprendido porque lo supe justo en ese momento).
Médico: ¿Qué más da qué hueso era si ya estás curado?
Yo: Pues es verdad, jeje.
Y bueno, después de tener una grata conversación con él y de darle las gracias por todo su cariño y trato hacia mí, llamé a mi madre, entre otras personas, para darles la noticia.
El que está delante soy yo, llegando a la meta, pero detrás están todos ustedes, detrás está el cariño y el amor que he recibido de ustedes y que me han empujado a la meta, día sí y día también. Ayer, ese cariño se tradujo en cientos de mensajes y algunas llamadas, llamadas que aún no he contestado, algunas de ellas, porque estaba agotado, pero que las llevo guardadas en el corazón. ¡¡¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!!!
Y el lunes, si consigo expresar con palabras lo que quiero transmitir, haré una despedida formal...