Era un día gris, el avión despegó y cuando comenzó a ascender y atravesó el muro de nubes compactas, apareció un sol brillante y resplandeciente. Mi amiga, que estaba a mi lado junto a la ventanilla, me recordó que aunque no siempre lo podamos ver, detrás de las nubes siempre está el sol iluminándonos…
No te olvido ni aun queriendo, pero no quiero porque te quiero, siempre ahí, recordándome lo bonito que es vivir…
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