¿Por qué estoy tan bueno? Los mosquitos me adoran y me gustaría que no me quisieran tanto, pero qué le vamos a hacer… A base de aceptación voy diluyendo mi resistencia hacia ellos, aunque a veces no es fácil, como el día de ayer. Es que estoy buenísimo, opto por reírme de mí mismo y no quejarme por las circunstancias… Y ayer también entregué un paquete que transportaba desde Lanzarote para una familia de aquí. Me gusta eso de ser un mensajero por el mundo y seguir conociendo a tanta gente linda con un corazón puro y bondadoso…
Hoy fue un día de caminata para llegar a una playa en medio de la jungla y a pesar de que el sendero estaba muy poco señalizado, mi intuición no me falló y dimos con el lugar. Allí también aprendí que no podemos salvar a todo el mundo y dejé que la pena por ver a un animal enfermo y con poca vida por delante no me contagiara, ver todo con los ojos de la compasión y no sentir que la muerte puede ser lo peor sino un paso más hacia la eternidad, ¡cuántas enseñanzas!
Y aunque disfrutamos del sol, cuando justo nos íbamos a ir empezó a diluviar, pero bendito barco que estaba varado en la orilla con un toldo encima. Allí nos metimos todos, un alemán llamado Roberto pero que estuvo mucho tiempo afincado en Málaga, unas chinas o vete tú a saber de dónde eran y varios locales, como suelo llamar a la gente que por sus rasgos parecen de aquí. Y protegidos de la lluvia compartimos conversaciones hasta que por fin amainó y pudimos hacer el camino de vuelta. Estaba en cholas y con el suelo bastante húmedo y por supuesto que me acordé de mis amigas las sanguijuelas, esas que me ofrecieron una gran experiencia cuando estuve en Malasia, pero aquí no viven o no quisieron salir…
No hay comentarios:
Publicar un comentario