¿Qué hacía yo en la habitación de Christa con mi compañera María Antonia dando reiki? ¿Cómo había llegado hasta allí? De repente me dí cuenta de que
si no hubieran sucedido ciertas cosas en mi vida, no habría disfrutado de ese
momento, ni siquiera sabría lo que era el reiki. Incluso cuando estaba junto a la cama en una
postura algo incómoda para la espalda, me dí cuenta de que si no llega a
aparecer esa contractura en la espalda que arrastro desde hace casi un año, no
estaría disfrutando de ese momento…
No sé, me acabo de acordar del dicho popular “no hay mal que por bien
no venga”. Gracias a esa contractura en la espalda he descubierto la
natación, un deporte que, tras tres meses practicándolo, me sigue fascinando.
Ayer aprendí a hacer virajes y, lo que a priori parecía un reto imposible
porque nunca había hecho una voltereta en el agua ni en el aire, se convirtió
en otro reto superado. Nadar se ha convertido en una liberación. Si no hubiera
sido por ese contratiempo, ni de lejos hubiera estado nadando. Además, si
no llega a ser por esa contractura en la espalda, seguramente hubiera estado
con otros proyectos de teatro que, aunque me entretienen y divierten, no me
hubiera dado tiempo de disfrutar de ese otro proyecto, acompañar a los ancianos
del Hospital Insular y ofrecer una parte de mí. Decidí descansar de ciertas actividades y me llega este regalo. Este espacio de tranquilidad
siento que es el que necesito para escuchar mi cuerpo…
Ver la cara de Christa al despedirse de nosotros diciendo que quiere
volar y que con nosotros lo conseguirá, no tiene precio…
Tener tu amistad , tampoco tiene precio Iban .!!!!!!!
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