Ayer la vida
me regaló otra experiencia maravillosa, ver
delfines y ballenas en su hábitat natural. Salimos muy temprano desde
Puerto Calero y en pocos minutos nos encontramos con un grupo de delfines que
saltaban sin parar pero que se mostraban esquivos cuando nos acercábamos.
Después, sorprendentemente, y a pocos metros de la costa, vimos una enorme
ballena que salía a la superficie a respirar. Según nos dijo el patrón de la
embarcación, que es un entendido en la materia, se trataba de una ballena rorcual.
Acabo de buscar información y parece ser que es uno de los cetáceos más grandes
del mundo. Menos mal que no lo sabía, si no me hubiera costado más lanzarme al
agua…
Porque esa
fue otra experiencia, lanzarme al agua cuando volvimos a divisar otro grupo de
delfines, esta vez muy juguetones con la embarcación. Al agua, nos decía el
patrón. Me cogió tan de sorpresa, que me costó tirarme, pero me dije que era una oportunidad de oro y no me la
quería perder por nada del mundo. Resultó extraordinario ver los delfines
bajo el agua y escuchar los sonidos que emiten para comunicarse entre ellos.
Después, cuando desaparecen, ya no queda nada, sólo un azul intenso, inmenso,
como si te quedaras en medio de la nada, anclado en la superficie sin
posibilidad de ver el fondo. La profundidad, en esa zona, podría perfectamente
rondar los seiscientos metros…
Qué curioso
como la mente trata de meterte miedo para intentar que no disfrutes de la
experiencia. Y si aparece algo raro, y si viene un tiburón, y si… Y mientras,
yo intentaba no tener esos pensamientos negativos, no darles poder para no
atraerlos…
También vimos
un grupo de cifios cuvier, otra especie de cetáceos. Ya te digo, me quedé
sorprendido por la cantidad de especies que puedes ver cerca de Lanzarote, a
pocos metros de la orilla. En fin, ver para creer…
Fue una jornada intensa, con nuevas experiencias satisfechas,
volviendo a hacer cosas por primera vez. Al regresar
a la costa, sobre las cuatro de la tarde, qué ganas tenía de comer, y de contar
lo vivido. Lo hice, hasta que al atardecer, mis ojos empezaron a cerrarse y
un profundo sueño me embargó…