Ayer fui a la playa
y, después de jugar un buen rato con las olas, me tumbé al sol
contento porque en breve quedaría con mi angelito de la guarda.
Luego de estar un buen rato boca arriba, decidí ponerme boca abajo
para que la otra parte del bañador se me secara. Sólo recuerdo
respirar hondo y fundar la cabeza sobre la toalla, ignorante de lo
que se avecinaba...
De repente, sin
previo aviso, fui consciente de que una ola me arrasaba a mí y a
todo lo que me rodeaba. Mientras, yo reaccionaba a cámara lenta,
primero sintiendo el frescor del agua, segundo sonriendo incrédulo
ante la situación que estaba viviendo y después, unos segundos
después, acordándome de que mi móvil estaba acurrucado bajo la
toalla; miré a un lado y nada, miré al otro y tampoco nada, volví
a mirar al primer lado y allí lo encontré flotando como una balsa a
la deriva. Me levanté riendo y fui consciente de que era objeto de
las miradas, así que más me daba por reír. Me puse el móvil lleno
de arena en mi bolsillo lleno de arena, cogí la toalla empapada de
arena y también mi camiseta transformada en color arena y me dispuse
a caminar para llegar a mi “hogarcito” y quitarme toda la arena.
Pero después de dar unos pasos, recordé que las llaves del coche
también estaban conmigo antes del “tsunami”. Retrocedí los
pasos andados con la esperanza de encontrarlas, pero desistí en el
intento y seguí mi camino para coger las de repuesto. Mientras
caminaba o corría hacia la casa no podía parar de reír, y no
podía parar de reír porque pensaba que una ola me lo había
arrebatado “todo”, pero seguía vivo, seguía vivo y estaba
viviendo ese momento presente. Mientras seguía caminando, una
amiga me gritó a lo lejos y me preguntó por qué me reía tanto
mientras corría, que parecía un “loco” riéndome solo, lo
que provocó más risas si cabe y, después de contarle lo ocurrido,
me reconoció que esa era la actitud...
Lo curioso es que
ayer, antes de ir a la playa, sentía la necesidad de volver a
conectarme con el hoy porque mi cabeza estaba más centrada en
acontecimientos futuros. Ayer me quedé sin móvil, sin llaves y
bañado en arena, pero me hizo volver al presente, me hizo disfrutar
del presente. Mientras pasaba lo que pasaba, sólo sentía no quedar con mi angelito de la guarda, que era lo único que me apenaba, pero al final
sí pude...una hora más tarde. El móvil y las llaves, eso es lo de
menos, porque estoy vivo y quiero seguir viviendo...
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