El poder de la suposición, esa que te arrastra a los confines del infierno, un veneno que se introduce lentamente por tu piel produciéndote ceguera instantánea. No ves más allá de lo que tus conjeturas te dejan ver…
¡STOP! ¿Qué está pasando? ¿Es realmente así lo que están percibiendo mis ojos o se está orquestando un engaño ante mi mirada? El virus de la realidad difuminada alimentada por las divagaciones de una mente enferma, sedienta de drama…
¡STOP! Pido un voto de confianza, un parar a tiempo y observar todo desde la distancia, un ¿y si esto no es así como lo está interpretando mi cerebro? Ruego una reflexión masticada en lugar de reaccionar ante la primera idea que se nos cruce en el camino. Me postulo ante la paz en lugar de enredarme en un conflicto bélico…
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