Y como no podía ser de otra manera, allí estaba ella, siempre presente,
observándome orgullosa, feliz de que el sueño de la novela sea ya una
realidad… Ángela, infinitas gracias por seguir acompañándome cada día, cuando
hay verdadero amor las historias no acaban y punto, sino que pueden continuar
de otra manera, quizás de una forma más simple, pero siempre eterna…
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