Famara siempre me regala aprendizajes… Después de una larga caminata de
punta a punta, me dio por tumbarme al sol en una de las piedras cercanas al
pueblo...
Decidí ponerme en la zona marcada con el círculo rojo, estaba vacía,
aunque sí es verdad que justo al lado, en el círculo que he coloreado de verde,
había unas cholas y una camiseta enrollada. Cuando estaba tumbado, una pareja
que estaba a bastante distancia jugando con su pequeño, en el círculo que he
pintado de azul, empieza a mirarme y de repente el hombre se levanta, viene
hacia mí y me empieza a hablar con tono agresivo:
―¿En qué mundo vives? ¿Tú no sabes que hay una pandemia? ¿Qué haces tumbándote al lado de mis cosas? Levántate y búscate otro lado que si no llamo
a la policía, que están como locos poniendo multas. ―La sorpresa fue total,
jamás pensé que esas chanclas y camiseta fueran suyas, además de que ellos estaban con sus otras
cosas a un montón de metros de distancia. Me levanté, le pedí disculpas
juntando mis manos en señal de paz y me retiré un par de metros hacia la arena.
Mientras, conectaba con la respiración para rebajar ese momento de tensión. Le
hubiera podido decir tantas cosas… como que él también estaba incumpliendo
normas por el hecho de estar jugando en la playa y caminando sin mascarilla,
pero me acordé de lo que siempre me salva: ¿quieres tener razón o salud? Salud,
esa siempre es mi prioridad, además de que intuía que con esa persona no se
podría razonar… También me puse en su piel y lo intenté comprender: está
actuando así por el miedo, el miedo incita a huir o atacar, él decidió atacar
pues consideraba que mi acto ponía en peligro su integridad física y la de su
familia…
Unos quince o veinte minutos después, veo que se acerca nuevamente a mí y
sorprendiéndome una vez más me dice: ―Que te quede claro, eres una basura, tú
no tienes que ser de aquí, la gente de aquí no hace eso, ni canario tampoco, tú
tienes que ser de fuera y vienen a esta isla a llenar de mierda todo… En
resumidas cuentas, me dijo de todo menos bonito. Mi reacción fue tumbarme y no
contestarle, ignorar sus palabras, con lo cual más se encendió, pero no quise
articular palabras porque iban a caer en saco roto. Además, seguía con la pregunta que tengo integrada más de lo que pensaba, hasta en los poros de mi piel: ¿razón o
salud? Salud, siempre salud. El límite sería la agresión física, eso no lo iba
a permitir, insultos me da igual, los que quisiera, para eso me llevé a la práctica no tomármelos personalmente. Después de unos minutos abrí los ojos y ya no
estaba, habían desaparecido, el entorno pacífico de Famara volvió a brillar.
Yendo un paso más allá, si todo es reflejo de lo que yo tengo en mi
mente, cuál podría ser aquí la enseñanza, me pregunté. Honestamente, yo también
hago juicios, aunque no de forma agresiva, a la gente que está vibrando en el
miedo extremo. Eso es algo que
debo modificar, verlos aún más con los ojos del amor y la compasión. Gracias Famara,
una vez más, por aportarme información valiosa para evolucionar y vivir en paz…