Apreté el botón del play y se hizo el silencio, empezó a sonar la voz rasgada de Queen y al ritmo del mítico Bohemian Rhapsody elevaste tu dedo al
cielo dirigiendo las notas musicales que llenaron la habitación de magia. Y
entonces se paró el tiempo y me fijé en la emoción de las personas que te acompañaban,
pura magia, sobraron las palabras y
en silencio seguí escuchando la banda sonora que erizó la piel, nos hizo
vibrar y me contagió de paz… Otro regalo más, gracias por ser y estar…
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