viernes, 8 de mayo de 2015

Día 12: La última cena

El viaje acabó tal y como empezó, cenando en un restaurante a los pies de la imagen de “la última cena” de Leonardo Da Vinci...


Antes de relatar el momento cena, comentar que aprovechamos bastante bien el día. Nos volvimos a alojar en Madaba, pero como ya habíamos visitado esta ciudad, decidimos coger el transporte público, la guagua de toda la vida, para ir a Amman y ver su ciudadela. En la guagua volvió a quedar patente la generosidad sin límites de la gente local. Ante la escasez de asientos, una madre le dijo a sus hijos que se juntaran y me pude sentar con ellos. El rato que pasamos juntos en el asiento no paraban de mirarme y sonreírme. Fue sacar el móvil para enseñarle las fotos que había sacado a lo largo de todo el viaje y se quedaron maravillados y, minutos después, ya eran ellos los que manejaban el aparato con pasmosa habilidad y facilidad. Los niños se guían por la intuición...


Después de hacer las compras pertinentes y pasear por las calles de Amman, algunos decidimos subir a la cima para ver la ciudadela, otra ruina romana en bastante buen estado...








Y para regresar otra vez lo hicimos en guagua. Apretujados como sardinas, llegamos nuevamente a Madaba, donde empezaríamos a preparar las maletas y disfrutaríamos de la última cena... 


Los cambios de temperatura se notaban. De los calurosos días que tuvimos en el sur, a más de treinta grados en algunas ocasiones, pasamos a las frías noches de las ciudades del norte, en torno a los diez grados, pero la temperatura nos daba igual. En torno a la mesa siempre lográbamos un ambiente adecuado, sin fisuras. Daba igual si hacía frío o calor, lo importante era la compañía...  



 

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