Como ya anuncié,
este fin de semana me fui de retiro, y no precisamente al de Madrid,
sino a un retiro para meditar...
Mientras esperábamos
al resto del grupo para partir rumbo al maravilloso albergue Anatot,
lugar donde se celebraría el retiro, mi angelito de la guarda y yo
esperábamos en el Centro Comercial Las Arenas y allí había un
cartel que decía...
Nunca te olvides
de jugar, eso es lo que ponía el cartel. Nunca hay que dejar de
ser un niño. Y eso es precisamente lo que hicimos en el retiro:
jugar, disfrutar, meditar, aprender, llorar, reír, sí, mucho reír,
y compartir la experiencia con un grupo de personas que son mi propia
persona. En definitiva, lo que hicimos fue experimentar para
acercarnos a la verdad, para conocer quiénes somos realmente. Sí,
experimentar, experiencias varias que no se pueden traducir en
palabras, así que te animo a participar...
Me dí cuenta que
meditar no estaba siendo una prioridad en mi vida, pero los
beneficios son tan positivos que sería interesante que a
partir de ahora lo fuera, porque la práctica diaria es lo que marca
la diferencia...
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