Al entrar en el agua me vienen muchos recuerdos a la cabeza, entre ellos, aquel cuando escribí mi carta a los Reyes Magos que pedía disfrutar de un día en la playa.
Cada vez que voy a la playa siento lo afortunado que soy por estar vivo. Cada vez que me aproximo a la orilla me emociono al pensar que los Reyes Magos me concedieron ese deseo. Cuando mi cuerpo entra en contacto con el agua me dan ganas de gritar, gritar de felicidad, gritar a los cuatro vientos que estoy teniendo el mayor de mis regalos: la vida...
Cuando estoy dentro del agua sólo quiero decir gracias, gracias por todo y a todos, y lo digo alto, muy alto, sin esperar respuesta, porque sé que el sonido de las olas ahogan mis gritos y los que están en la orilla no me escuchan, pero sé que ese mensaje llegará a quien tenga que llegar...
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