Los domingos están siendo un tanto peculiares; algunos de ellos, víspera de mi tratamiento de belleza, tengo las ansias de aprovechar cada segundo y que no se acabe el día, pero mi mente ya está vislumbrando que al día siguiente tengo que ir al hospital; otros domingos, los que no son víspera de nada, los disfruto con una tranquilidad inmensa porque pienso que aún tengo una semana por delante para disfrutar de esta maravillosa vida antes de enfrentarme nuevamente al momento belleza.
Sea como sea, cada vez intento ser menos consciente del tiempo, porque si se aproxima el domingo víspera de tratamiento, sé que mañana será lunes, pero dentro de nada será martes y, en poco tiempo, volveré a estar trabajando, así que tendré que vivir cada día y sacar algo positivo de cada uno de ellos.
El domingo víspera anterior tuve la inmensa suerte de escuchar el piano de la mano de Josu Okiñena, todo un placer para los oídos y todo un regalazo para mi alma, pues me dejó libertad para expresar mis emociones y liberarme de las lágrimas que bloqueaban mi mente. ¡Qué bueno es llorar cuando te sale llorar! Creo que eso me dio la serenidad y calma que necesitaba para lo que tuviera que suceder el día después...
Este domingo volveré al Mercadillo de Teguise y visitaré, muy probablemente, el Convento de Santo Domingo, aunque el piano estará vacío...
...el piano estará vacío, pero me quedará el recuerdo y su música, mi favorita de Chopin...
Feliz fin de semana a todos y pronto estaré de vuelta...porque así lo siento.
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