domingo, 6 de marzo de 2022

Día 14: Desde las alturas

Último día en Ciudad de México y qué mejor despedida que hacerlo desde las alturas subiendo a la Torre Latinoamericana... Y por más que mires no llegas a atisbar el final de esta gran ciudad con más de 21 millones de habitantes, casi dos Madrid o cinco Barcelonas, ¡impresionante!





Y por aquí me despido del país con la certeza de que el éxito del viaje no fue hacer un montón de cosas ni visitar la mayor cantidad de lugares posibles durante mi estancia sino atesorar momentos, pues de eso se trata, de que ciertos momentos queden grabados para siempre en mi corazón, como aquel en el que probé mi primer chupito de tequila intentando imitar el acento de los mexicanos, o cuando te das cuenta de que una amistad que comenzó de forma virtual se transforma en familia de verdad y no habrá ni tiempo ni frontera que la pueda resquebrajar, o cuando me subí en combi y me moví de pueblo en pueblo de forma improvisada, o cuando pasé por el puente colgante y se me pusieron en la garganta, o cuando tuve las presentaciones, me volví a abrir en canal y conecté con cierta gente, o cuando te conviertes en copiloto de un guía peculiar y te avisa de antemano de que no me asuste por la forma de conducir de los mexicanos, o aquella comida en un restaurante espectacular donde conocí a amigos maravillosos, aquellos que desnudaron su alma y se mostraron de verdad, o aquel en el que pude ser testigo directo de la alerta por un posible terremoto, o aquel en el que improvisé un baile cual catrina sin cabeza... Mis momentos en compañía, pero también mis momentos en soledad, como aquel en el que escuché el audio de una amiga que ha comprendido el mensaje y la oportunidad que puede haber detrás de la enfermedad y me hizo emocionar... Todos esos momentos y muchísimos más hicieron de este un viaje espectacular...

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