martes, 2 de marzo de 2021

Somos lo que escribimos...

Dicen que si supiéramos lo que la vida nos ama lloraríamos de alegría todo el rato. Pues yo también lloré de alegría, exagerándolo bastante, al ver que escribían bien mi nombre: con mayúsculas, con b y con acento en la última vocal, ¡qué maravilla! Y no solo eso, sino que seguir leyendo sus palabras tan bien hiladas, correctamente escritas y con los adecuados acentos de puntuación que marcaban un ritmo perfecto al pronunciarlas, fueron un delirio para mi mirada, puro orgasmo visual que me llevó al éxtasis gramatical. ¿Quién está detrás? El misterio se resolvió, pero quedará guardado en el baúl de mi intimidad... Ya digo que estoy exagerando la anécdota, pero quería resaltar la importancia de escribir bien, de acariciar cada una de las palabras y darles el lugar y la belleza que le corresponden. He escuchado decir que somos lo que pensamos, también que somos lo que comemos, y desde aquí quisiera reivindicar o proponer que también somos lo que escribimos y cómo lo escribimos...




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