¡Qué maravilloso es compartir con personas que alimentan mi alma y con las que se produce una reciprocidad amorosa! Al escucharla decir que estaba en modo “disfrutona”, ese adjetivo inventado hizo que captara mi atención y activé el oído para tomar nota. Entonces me contó que ahora todo lo hacía con más calma, que sus ojos veían distinto, que cuando comía era capaz de distinguir una amplia gama de sabores que explosionaban en su boca, en definitiva, que estaba más presente y agradecida por estar viva… Y me recordó lo maravilloso de la presencia, ser conscientes de lo que nos rodea y apreciarlo, darle valor, dejando de lado el estrés y las prisas...
Mis palabras la ayudaron, pero sus palabras me reforzaron, me dijo que yo también estaba en modo “disfrutón”. Los dos salimos ganando...