Por momentos me siento triste, la emoción toca en mi portal y le
abro la puerta, le pregunto por qué ha venido a verme, la escucho… Entonces
comprendo el motivo, me han arrebatado la libertad, algo muy valioso para mí, y
me viene a recordar la pérdida y que debo pasar un duelo… No la veo como una
enemiga, ya no, es mi compañera, me ha venido a ayudar. Ante mi impotencia
porque no puedo solucionar directamente aquello que me apena, la tristeza actúa
para reducir mi nivel de actividad para evitar que haga esfuerzos innecesarios.
También me protege, me proporciona un refugio reflexivo y me motiva hacia una
nueva reintegración personal y aprendizaje, cuánto he de aprender con esta
nueva experiencia que nos está tocando vivir...
Cuando les digo que estoy triste y me preguntan preocupados por qué, les
respondo porque sí, es parte de la vida sentir… No es malo, no es bueno, es una
emoción innata que está dentro de mí. La escucho, la atiendo para que no se
desmadre y me lleve a la depresión… y a seguir… Bienvenida tristeza, vuelve a
visitarme cuando quieras…
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