Una propuesta espontánea, salir al pasillo y aplaudir, sin más, por nosotros, que estamos en nuestro lugar de trabajo, por los de fuera, que están haciendo una grandiosa labor en pos de la humanidad, por él, por ella, por ti, que permaneces en casa... Fue un simple juego, sacar a nuestro niño interno y distraernos por unos segundos, desconectar de la realidad para a continuación seguir con nuestra rutina laboral, pero ese simple gesto se convirtió en una explosión de energía que hasta me hizo sudar de alegría, el jardín central se llenó de energía y nos elevó a un mayor estado de bienestar, pues empezamos tres y acabamos unos cuantos más atraídos por el estruendo de los aplausos... La unión hace la fuerza y juntos saldremos de esta nueva experiencia que nos ha tocado vivir y que estoy seguro de que un montón de cosas nos enseñará...
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