Leí que todos nacíamos sin miedo, pero no se refería a un simple susto porque los niños también eran capaz de asustarse, sino a un miedo más profundo. Los niños nacen sin miedo a la muerte, a la soledad o al pecado, pero con el "duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y te comerá" ahí empieza todo... Nacemos sin miedo a la oscuridad. El miedo va siendo inoculado en nuestras vísceras por nuestros padres, por la sociedad y por la Iglesia, poco a poco, como un veneno de acción lenta, según crecemos, sin que nos demos cuenta y sin que nadie nos explique sus beneficios porque no los tiene.
Crecemos con miedo a dioses que no conocemos, a una muerte que no es más que parte de la vida. Y, de tanto comer miedo, entramos en una paranoia tal que acabamos temiendo al amor, a los demás y a nosotros mismos, hasta el punto de que nos impide afrontar cualquier cambio y tomar decisiones que podrían hacernos felices... (Retales de un libro que estoy acabando: El sueño de la crisálida)
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