Sin lugar a dudas, este ha sido el año de las presentaciones.
¿Seré capaz de resumirlo en unas pocas líneas? Lo voy a intentar…
Gran Canaria, Telde, una ermita y alguien me dio las
gracias por darle pistas, ahora sabía cómo encontrar las respuestas que
necesitaba. La voz de Alba brilló sobre el escenario. Tenerife, La
Orotava, mano a mano con la persona que me enseñó a sanar, de las más
emotivas y con un regalo inesperado, la banda sonora de Cuando abracé la vida. La Palma, Mazo, esta vez
acompañado de una de mis enfermeras, mi amiga, mi hermana. Y en marzo di un
gran salto en solitario, llegué a Murcia y la sensación de que un ciclón
lleno de esperanza devastó la ciudad de Lorca. Aún lo recuerdan, me
dicen…
Otra vez en casa, en La Villa de Teguise, haciendo que lo
imposible fuera posible. Y después Barcelona, Sant Jordi, que me
dio la oportunidad de ser consciente de la reacción de la gente, unos
intrigados, otros temerosos y asustados, algunos sonrientes, como si supieran
lo que encontrarían tras sumergirse en las páginas del libro. Llegó mayo y
visité otra vez Gran Canaria, Gáldar, donde la música volvió a
inundar mi corazón y recibí un abrazo de alguien desconocido que dio sentido a
lo que estaba haciendo. «Si lo que transmito puede ayudar aunque solo sea a una
persona, habrá merecido la alegría», esas fueron mis palabras. También visité Madrid,
la capital de España, y después Zaragoza, cómo olvidar la acogida que me
brindaron en la Librería Centro, allí les dejé el regalo, el símbolo que casi
siempre me ha acompañado…
En junio regresé a La Orotava y por primera vez pude transmitir la
experiencia sin identificarme con ella, pues lo importante era el mensaje y no
el mensajero que lo estaba contando. Maravillosa sensación... Y tras pasar
nuevamente por Barcelona, en octubre llegó el viaje que lo cambiaría
todo, el viaje de la sanación, así lo denominé. Amsterdam me dio la
oportunidad de salir de mi zona cómoda en casi todos los sentidos, lanzarme a
lo desconocido y romper muchas de las barreras mentales… Y llegué a Lanzarote
renovado, con las ideas claras y hablando más convencido que nunca. Algunos lo
reciben, otros lo rechazan, pero yo me siento en paz porque no trato de
convencerles de nada. Y diciembre ha sido como volver al origen, pues en Las
Palmas estuvo a mi lado mi maestra de ceremonias, esa que me refleja pasión
y entusiasmo por todo lo que hace, ingredientes imprescindibles para seguir
haciendo lo que estoy haciendo…
Todo lo recibido ha sido impagable, esas miradas, abrazos y gratitud de
la gente no encajarían en una cifra, les quedaría pequeña. Y todo ha sido
posible gracias a las personas que han estado a mi lado, amigos ante los que mi
corazón sonríe de pura dicha por considerarlos eso, amigos. ¿Ahora qué? ¿Seguiremos?
Un escenario nuevo se abre ante mí, los niños, y parece que la vida quiere que
siga este sendero… Ya lo dije la última vez, si hay alguien dispuesto a
escuchar, estaré dispuesto a transmitir…
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