El sábado pasado
muchos de los asistentes acabaron superando sus fobias a los
animales. Hasta yo mismo acabé con una rata sobre mis brazos...
Ciertas personas
eran incapaces de tocar a ciertos invitados peculiares que se unieron
a la velada: una iguana llamada Dori, dos perros guías, una llamada
Dama y otro juguetón de color negro pero de cuyo nombre no me
acuerdo, un hurón, una cobaya, una rata y hasta un erizo de tierra
que cada vez que lo tacaban se le ponía los pelos de punta...
Con un sencillo
juego por parejas, en el que uno hacía de guía y otro tenía los
ojos vendados para tocar lo que le pusieran en las manos,
describiendo con palabras todo aquello que palpaban, muchas personas
fueron capaces de vencer sus miedos, pues tocaron lo que no se
atrevieron a hacer con los ojos abiertos...
Algunos también se resistieron, pero seguro que tendrán otra oportunidad para vencer sus miedos...
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