Hoy una niña
llamada Lucía se habrá despertado muy contenta...
Ayer pude ver a esa
niña la mar de contenta; no cabía en sí de gozo porque se le había
caído un minúsculo diente que me enseñaba con gran alegría y
entusiasmo, un entusiasmo que transmitía a todo aquel que la
rodeaba. Esa niña se habrá metido en la cama con ganas de ver
nuevamente el amanecer y poder mirar bajo su almohada, igual que hice
yo de pequeño, que nada más despertarme miraba debajo de la cama a
ver lo que el ratoncito Pérez me dejaba: a veces eran 100
pesetas, otras 500 y alguna que otra vez un paquete de galletas. Daba
igual lo que fuera, lo importante era que creía en ese animalito que
traía cosas a cambio de un diente, un diente que ya no utilizaba...
Algo tan pequeño
como la caída de un diminuto diente puede generar una felicidad
inmensa. A mí no se me ha caído ningún diente y, a estas alturas
del partido, es preferible que no me quede sin ninguno, jeje, pero en
estos días venideros me quiero transportar a mi niñez y a la magia del ratoncito
Pérez, al entusiasmo por la espera de algo...
HOLA IBAN MUCHAS GRACIAS POR ACORDARTE DE MI, TE MANDO UN BESITO
ResponderEliminarMI PRÍNCIPE, ME ENCANTÓ TU TEATRO, ME GUSTÓ ENSEÑARTE MI DIENTE.
LUCÍA
Hola Iban, tod@s deberiamos de poner un ratoncito perez en nuestra vida, y no por una caida de diente, sino por cualquier obstaculo en nuestras vidas, levantarnos con esa ilusion y alegria todos los dias y dar gracias por la vida.
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