Hoy quiero hablar
del apego porque no es nada beneficioso para los humanos. De hecho, el terapeuta Walter Riso considera el apego como el mayor
motivo de sufrimiento de la humanidad y lo define de esta manera:
“es un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se
fundamenta en cuatro creencias falsas: que es permanente, que te va a
hacer feliz, que te va a dar seguridad total y que dará sentido a tu
vida. Cuando tienes un vínculo de este tipo no estás preparado para
la pérdida y no aceptas el desprendimiento”. Este autor llega a
considerar el apego como una adicción que corrompe, llegando
a perder tu dignidad, respeto y valores más esenciales, incluso
llegando a perder tu libertad y tranquilidad, porque una de las
características del apego es el miedo a perder aquello que
deseas.
En contraposición
está el desapego y, en el libro de moda “Sea más feliz que
el Dalai Lama”, se recoge una definición del maestro de yoga y
escritor Ramiro Calle: “desapego no es negar el deseo, sino no
estar atado a este; es poder ser feliz si no consigues lo que deseas.
El desapego conduce a la aceptación: no es resignación sino
paciencia en acción, es entender que no podemos cambiarlo todo, pero
que siempre podemos cambiarnos a nosotros mismos. El apego es
necesidad, y esta siempre te aleja de lo que deseas”.
Hecho este
planteamiento sólo queda preguntarme si siento apego por algo o
alguien. Honestamente, y aunque a veces piense que no, creo que a
veces siento apego, así que el primer paso es reconocerlo y aquí
estamos para trabajarlo. No necesitamos nada para ser felices, todo
está aquí, en nuestro corazón...