Me di cuenta de
que no podía amar sin perdonar, eso es lo que me dijo
prácticamente un desconocido con el que me reencontré después de
mucho tiempo, muchísimo tiempo. Ese prácticamente desconocido era
un antiguo compañero de instituto y la vida nos volvió a unir,
aunque sólo fuera durante unas horas, para seguir aprendiendo y
sorprendiéndonos con este gran viaje que es la vida...
Lo que en principio
intuía como una conversación cordial en la que simplemente nos
contaríamos lo que habíamos hecho con nuestras vidas (qué habíamos
estudiado, dónde estábamos trabajando, etc.), o recordando los
momentos y anécdotas vividas en el instituto, se transformó en una
conversación presente, sin necesidad de rebobinar tanto a nuestro
pasado porque enseguida nos centramos en lo verdaderamente
importante, en el ahora, en nuestras vidas presentes. Fue una
conversación increíble, una sorpresa grata y sorprendente, valga la
redundancia, una conversación necesaria para reafirmarme en la idea
de que las cosas pasan por algo, en el momento y lugar adecuados, y
que todos somos uno y debemos ayudarnos...
Un viaje intenso en
busca del amor, un viaje con el único fin de perdonar y poder así
amar, un viaje que le valió para sanar...
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