En días como hoy,
en los que el viento sopla con toda su fuerza, es cuando me gusta
imaginarme sentado frente a una cristalera, observando la furia
salvaje del viento, mientras me cobijo bajo una manta acostado
sobre un cómodo sofá. Como no dispongo de una casa con maravillosas
vistas al exterior, a veces utilizo la cafetería de mi lugar de
trabajo, desde la que sí que se puede ver todo. No estoy acostado,
pero sí sentado y, mientras degusto mi desayuno, doy gracias por
tener un lugar en el que refugiarme de la tempestad...
Los días de tanto
viento no suelen estar en mi lista de favoritos, pero hay que
adaptarse a todo y seguir disfrutando de la vida independientemente
del día que nos vea despertar. Aprovechando que hay tanto viento, en
el que si te descuidas puedes echarte a volar, le pido que me
aleje de todo lo falso y que únicamente me conecte con aquello que
me ayude a recordar lo que verdaderamente soy... Gracias viento,
muchas gracias por limpiar todo lo falso que hay en mí...
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