El miedo puede ser
tan poderoso que incluso es capaz de paralizar a un niño de 10 años.
Hace unos días, mi sobrino me comentó ilusionado que iba a hacer un
casting en el colegio para cantar en francés en la fiesta de
Navidad. Al día siguiente le pregunté por ello...
Yo:
¿Qué tal el casting?
Diego:
Al final no lo hice.
Yo:
¿Y eso, por qué?
Diego:
Porque no...
Yo:
¿Pero qué pasó, se canceló?
Diego:
No, no lo quise hacer.
Yo:
¿Por qué, si estabas tan ilusionado?
Diego:
Porque me da mucha vergüenza cantar delante de tanta gente...
Yo:
¿Por qué te da vergüenza, si estás con todos tus amigos?
Diego:
Ya, pero a lo mejor me equivoco...
Yo:
Aaaaaah, ¿y si no te equivocas?
Diego:
¿Y si sí?
Yo:
¿Y si no?
Diego:
¿Y si sí?
Yo:
Pues si te equivocas...aprendes de la experiencia.
Diego:
Sí, claro, delante de tanta gente.
Yo:
El otro día yo también actué y el teatro estaba lleno.
Diego:
Sí, pero en el Campo de Lucha habrá mucha más gente...
Yo:
Pues si te equivocas aprendes y la próxima vez igual no te pasa,
pero no hay que dejar de hacer las cosas por miedo a equivocarnos.
Diego:
¿Y
cómo haces tú? ¿Por qué te gusta actuar?
Yo:
Participé una vez y...me gustó tanto, que ahora busco nuevas cosas
para hacer. Claro que a veces tienes miedo de quedarte en blanco
delante de tanta gente, pero por eso no debes dejar de hacer las
cosas que tanto te gustan...
Ayer
lo llevé al cine a ver la película animada “TURBO”. Al
finalizar, me dio por preguntarle cuál es el mensaje que transmitía
la película. Entonces me sorprendió diciéndome: “Ajá,
por eso me trajiste, para que me dé cuenta de que si quiero puedo”.
Yo simplemente sonreí, porque no busqué una respuesta, no busqué
nada, simplemente lancé la pregunta al aire y me sorprendió su
respuesta...
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