No es demasiado
tarde, nunca digas que ya es tarde. Aunque te hayas quedado
solo, abandonado y desamparado en esa fría y helada parada pensando
que tu tren ya partió, confía en que hay más oportunidades de
seguir tu camino. Me dijeron que el tren sólo pasa una vez en la
vida, pero hay guaguas que van cada 30 minutos en la misma dirección,
así que si perdiste el tren, tienes una guagua esperando por ti,
una guagua que te llevará al mismo destino, al destino que tú has
elegido escuchando tu corazón. Avanza, avanza unos pasos hacia la
nueva parada y súbete al primer autobús que pase. ¿Que no puedes
avanzar? Claro que puedes, sólo tienes que creerlo, pero si no
puedes grita, grita con todas tus fuerzas y verás que alguien te
ayudará a caminar. Compra tu billete, súbete a la guagua y disfruta
del viaje, de ese viaje que has elegido conscientemente. Tal vez no
llegues al destino deseado, pero el simple hecho de estar viajando en
la dirección correcta, en la dirección en la que sientes que debes
avanzar, ya es todo un logro. Tal vez haya retrasos, desvíos o
cambios de sentido en algún momento del camino, pero cuando suceda
eso, si sucediera, es cuando menos tienes que perder de vista la meta
soñada en la que tanto has confiado, así que si en algún momento
retrocedemos, mejor que sea de frente en lugar de darle la espalda,
porque lo que hay allá es tan fuerte y tan potente, que aunque nunca
logres llegar y te quedes a la mitad, las bendiciones te llegarán
igual.
Da igual si
coges la guagua o el tren, lo importante es seguir el camino y
disfrutar de él, sin prisas por llegar a la meta, porque qué es
la vida sino un camino...
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