El erizo de la piel, calor en las entrañas, conmigo, siempre me acompañas, noto tu presencia, invisible para mis ojos pero visible para mi alma, mis ojos se convierten en cascadas de agua bendita que sirven para liberar la pena.... Fui su niño, su consentido, su conejillo de indias para probar tantos platos exquisitos, ¡cuánto me mimaba! Ahora es una estrella, un halo de luz que me abraza, una gran maestra que regala sabiduría infinita, sonrío al cielo y le doy las gracias...
No hay comentarios:
Publicar un comentario